La muestra Tour de Force de El querido / arte contemporáneo es una excelente oportunidad para conocer los trabajos del Grupo de Reflexión, Análisis y Producción de Arte (GRAPA) desarrollados durante 2014 en la ciudad de Mar del Plata. El conjunto de artistas está integrado por Patricia Traverso, Guillermina Espasandin, Florencia Reisz, Facundo Miranda, Carolina Wacker, Nicolás Berenz, Gabriela de la Reta, Claudia Ecenarro, Claudia Sabal, Mariana Ben, Micaela Losada, Soledad Rebaudi, Mauricio Escalada, Maritte Herrera, Silvia Castañón, Leticia D’Ambrosio, Walter Martin, Carlos Jauregui, Maria Mackeprang, Juan Ignacio Echeverria, Vera Laiño, Laura Manino, Florencia Saez, Adriana Romito y Las Diogenes.
El título «Tour de Force» imprime mucha fuerza a la muestra, el término es francés y define un esfuerzo extraordinario para realizar un trabajo en un tiempo determinado. Su significado busca caracterizar los 11 meses y 23 encuentros que los 25 artistas cumplieron en GRAPA 2015 bajo la tutoría de Claudio Roveda y Josefina Fossatti.
Dentro del corpus de trabajos que componen la muestra encontramos obras que exploran diversos lenguajes y metodologías de trabajos. En esta entrada vamos a comentar algunos trabajos que nos parecieron sumamente interesantes.
En el terreno de las instalaciones el trabajo de Mariana Ben nos sumerge en los sentimientos más primitivos del hombre guardados en una especie de cueva a la cual se accede sorteando un cortina de ramas. En el interior de este habitat encontramos grabados que asemejan a los pictogramas antiguos; en uno de ellos vemos un lobo y un hombre, un claro espejo del lado más oscuro y primitivo que envuelve al ser humano. Una instalación integral que se percibe por el aroma de las ramas, las luces del interior y el sonido ambiente.
La instalación de Walter Martín «será como una siembra» nos presenta una pala y un par de libros sobre un suelo cubierto de tierra. El trabajo hace indudable alusión a un inminente entierro, esta circunstancia dispara diversas interpretaciones, pero el autor parece advertirnos que el enterramiento es una forma de protección, no se trata de una desaparición, en todo caso de una resistencia al olvido que busca esperar el momento justo para emerger a la luz. Muy poética.
Facundo Miranda, de quien también vimos un trabajo en la Bienal del Fin del Mundo, presenta una escultura compuesta por bloques de madera, algunos dispersos en el suelo, otros suspendidos verticalmente unidos entre si por cuerdas negras. El material junto a las tramas de los cuerdas generan una gran fuerza al trabajo que se conjuga con la aparente fragilidad de los trozos dispersos y fragmentados de madera.
Nicolás Berenz presenta una instalación compuesta por dos tubos de luz y una red de cables que va ascendiendo en una placa negra y conforman un texto que dice «Un daño mínimo, sutil y efectivo provocará la caída. Al final del recorrido del cable una pinza de corte aparece amenazante al acecho. Una obra conceptual de mucha carga con un mensaje amenazador que parece indicarnos la fragilidad del mundo.
Soledad Rebaudi diseña un objeto vouyerista que consiste en una caja cuadrada de color negro con una abertura en el centro que nos invita a espiar su contenido y contemplar nuestros rostro inmerso entre una serie de representaciones pictóricas de otros retratos de un fuerte carácter expresionista. Por momentos sentimos que formamos parte de la obra, una especie de ilusionismo como ese efecto de colocar el rostro sobre una silueta para ser retratados con otro cuerpo. La obra parece indagar en esa pulsión propia del ser humano de fisgonear la intimidad del otro.
Los grabados de Florencia Reisz generan una exploración de diferentes planos y capas que se conectan entre sí. En la Bienal del Fin del Mundo pudimos ver una aproximación a su obra. Siguiendo la misma línea de acción, su trabajo dimensiones, crea bloques borrosos que parecen desgarrados y que se van insertando uno dentro de otro como si ocuparan ambos el mismo espacio, es decir no se mezclan o fusionan, más bien se superponen entre si como violando una ley física de impenetrabilidad.
Todos somos información parece decirnos Claudia Sabal con su trabajo «Intervalos» que consiste en hojas de papel con relieves en la superficie provocados por rasgaduras con un estilo cercano a los informalistas con texturas en las telas . De alguna manera interpretamos que estamos atravesados por datos que a veces emergen a la superficie y dejan su marca. Las obras guardan un formato de documentos con su encabezados y pie de páginas, también cabe destacar que las obras están en blanco.
Otro trabajo que explora la secuencia es 365 veces de Patricia Traverso que consiste en un foto libro que contiene una misma imagen que se repite durante 365 páginas, un guiño a la cantidad de días del año y el paso del tiempo o más bien al tiempo detenido. Para ver el libro es necesario utilizar unos guantes de tela.
Mauricio Escalada nos muestra una obra para la cual emplea un material metalizado con distintos pliegues y marcas en cuyo centro observamos otro material dorado. Las características del material permiten jugar con las luces reflejadas generando un clima interesante.
Laura Manino con su trabajo «fuera de foco» nos deja la sensación de contemplar un efecto fotográfico de apartar la nitidez del objeto, es decir un ‘out of focus’ para recrear un ambiente borroso extraño que parece vincular el efecto de un sueño o un recuerdo. Las dimensiones amplias de las obras también juegan un rol importante.
Adriana Romito plasma en un conjunto de cuadros diferentes recorridos por los cuales transita a diario por la ciudad en colectivo. El trabajo es un geografía mental de lugares que terminan siendo significativos en la vida de la autora
Micaela Losada despliega en su trabajo varias paletas de colores en una especie de meta pintura que relata el producto de las pruebas de búsquedas de colores, demostrando el proceso a veces alquímico en la purificación de los materiales para realizar la obra.
Gabriela De la Reta es la única artista que interviene con fotografías en blanco y negro como un registro de las carpas de los balnearios de la costa, un corte arquitectónico de una estructura metálica, y finalmente una toma de una forma geométrica simple. Sus búsquedas son de una tendencia claramente urbana, de secuencias seriales y geométricas.
Maria Mackeprang se apropia de imágenes que parecen transcurrir en el pasado de la ciudad para dotarlos de un significado alternativo mediante la utilización de elementos decorativos como líneas o formas geométricas que nos conectan a otra realidad.
El trabajo audiovisual de Guillermina Espasandín consiste en un diseño compuesto por tinta sobre papel que se proyecta en un monitor y los sonidos que la misma parece transmitir en diferentes frecuencias. Por un lado vemos el trabajo original, pero también advertimos que es una representación visual del mismo.
Los trabajos de Claudia Ecenarro son una magnífica representación de la vigencia y fuerza que la pintura todavía tiene en el arte contemporáneo. Con tres cuadros magníficos inicia una exploración sobre el color y el espacio. Utilizando líneas rítmicas verticales y horizontales forma tramas y diferentes dimensiones. En uno de los cuadros la tela se cruza entre si y adquiere un relieve interesante dejando espacios vacíos dentro del marco del cuadro.
Dentro del arte textil encontramos los trabajos del colectivo Las Diógenes que reúne a Leticia D’Ambrosio, Maritte Herrera y Silvia Castañón. Leticia compone una inmensa red de tela que cubre todo un panel, Maritte diseña una obra con botones realizado con diferentes recortes de tela aludiendo a las multitudes y a la individualidad y Silvia utiliza totoras de tela de distintos colores para crear una composición de interesante volumen y fuerza visual.
Carolina Walkner se apoya en varias obras de pequeño formato con ilustraciones, dibujos y textos de trazos simples que giran alrededor de la temática de la lluvia. El fondo blanco con el negro, los detalles en colores y los distintos formatos de los cuadros crea un conjunto interesante.
Juan Ignacio Echeverría explora con su escultura compuesta por diferentes bloques de madera una composición geométrica de diferentes espacios que parecen esconderse entre sí y generar nuevas formas de acuerdo al ángulo de visión.
Otra obra que continúa en la misma tónica de explorar distintos espacios es la de Carlos Jauregui que trabajando sobre unos de los paneles de la muestra crea un superficie plana que de lejos parece transformarse en una extensión del salón, algo que me recuerda al relato del libro de MARK DANIELEWSKI La Casa de Hojas en donde una casa presentaba anomalías en los espacios que son percibidos desde el interior pero no son reales.
Florencia Sáez presenta una fotografía de un barroquismo exquisito con un grupo de maniquíes expuestos como un ejemplo de belleza de mercado atrapada en el tiempo.
Esperemos que este recorrido haya sido de tu interés, si te gustó compartirlo para difundir el arte de Mar del Plata. La reseña fue también un Tour de Force 🙂 Un desafío conocer tantas propuestas, pero como todo esfuerzo que se hace con pasión resultó un grato placer. Recuerden que la muestra está abierta en el Teatro Auditorium de Mar del Plata hasta el 19 de abril.
La seguimos en otra Entrada.