El viernes 24, alrededor de las ocho de la noche ingresé a Vuestra Merced, un nuevo espacio no convencional de arte dentro del circuito de Mar del Plata. Para conocer su ubicación es necesario acceder primero a su página en Facebook y solicitar la dirección por mensaje a los organizadores del evento. Una vez que franqueamos la puerta fuimos recibidos por Adriana Sasali, una de las gestores de Vuestra Merced, quien nos adelanto de que trataba el asunto y como era la dinámica: tres performences en simultáneo compartiendo el mismo espacio.
Siempre pienso en la performence como una forma de expresión revulsiva que a veces logra cuestionar ciertas prácticas de la sociedad de una manera filosa, generando un malestar que es lógico entender, porque la obra que contemplamos es el mismo artista, el cual se para ante nosotros como un espejo que incomoda.
Superstición doméstica supuso una experiencia con varias lecturas, de esas que te dejan martillando la cabeza largo tiempo luego de formar parte de ella. En la sala principal estaba Ignacio Mendía con su trabajo Oráculo de la Polilla Corazón el cual nos enfrentaba a un mecanismo que permite obtener predicciones sobre consultas personales que los participantes realicen.
Por un instante quedábamos despojados de todas las certezas para transitar otro mundo donde las respuestas no son lógicas, obedecen a un sistema espiritual-artístico que debemos interpretar. Sobre una pared vemos proyectado un vídeo con la deidad Polilla Corazón a la cual se invoca para otorgar el poder de oráculo. El performance dispone unas cartas construidas con poemas, frases y dibujos que tienen en su contenido la facultad de responder nuestra consultas. Solo debemos elegir al azar una carta y ella revela de manera simbólica nuestra demanda. Puede parecer absurdo abandonarse a la suerte de esa manera, pero si profundizamos un poco podemos interpretar que a veces la construcción de la realidad es tan artificial como el oráculo de la Polilla Corazón ¿Qué tipo de certezas nos brinda la ciencia y su mundo de razonamientos a los cuales nos entregamos sin cuestionamientos? ¿Cuando decidimos algo basados en nuestros limitados conocimiento de la realidad estamos obrando de manera más segura?
Decidí participar de la experiencia de la mano del artista-augur. Primero tuve que barajar las cartas, después formulé una consulta y por último elegí una carta al azar. La respuesta me dejó intrigado, sobre unas imágenes con la polilla corazón estaban representadas la frase ¡Quieto, quieto, quieto!
El trabajo de Ignacio Mendía es una auténtica acción poética que muestra el poder transformador del arte en nuestra vida, en este caso como un instrumento de iluminación para transitar un camino oscuro que conforma la ciega realidad.
En otro de los escenarios se encontraba Julieta Paladino consagrada a un proceso por el cual a través de la repetición de una tarea buscaba una especie de exorcismo artístico de liberación. En una habitación contemplamos a la artista planchando de manera mecánica parada frente a una tabla. Frente a ella una televisión derrama una escena en blanco y negro de una mujer que también se encuentra planchando.
La contemplación de la obra genera una cierta angustia, y la vez una atracción, como si esos movimientos repetitivos transmitieran un éxtasis extraño que se apodera del espectador. La escasa iluminación, la recreación de un falso hogar familiar, hacen más sórdida la representación. Una rara simpatía nos lleva a querer interrumpir esa monótona tarea que Julieta se propuso llevar a cabo con una abstracción completa de su entorno, como si la vida se detuviera en ese instante en una espera agotadora que logre despertarla. Debo confesar que también era inquietante, después de verla a Julieta en su acción, no sentir que muchas de nuestras vivencias parecen un mecanismo automatizado que atrofia nuestros sentidos.
Por otro lado Marcos Calvari en otra sala se propuso indagar acerca de la intimidad y la privacidad en una sociedad de abundancia de exposición, de necesidad de mostrarse como un modo de legitimidad personal.
A través de una mirilla observamos al artista encerrado en una habitación durante diez mil segundos mientras una gota de agua cae sobre su cabeza por cada segundo que transcurre. La posibilidad de observarlo genera una sensación ambigua, por momentos nos atrae saber que estamos espiando, pero la lente por la cual fisgoneamos tiene un leve aumento que provoca un fenómeno de cercanía que nos perturba, porque cuando vemos a Marcos fijar su atención hacía nosotros parece que él también nos está observando. Su posición, sus gestos, la manera de someterse a esa acción reflejan un estado de angustia, pero nuestros ojos disfrutan con la posibilidad de romper esa intimidad, de contemplar esa soledad exhibida en forma pública. El artista está expuesto, se encuentra en la boca del lobo de las miradas que muerden desde el exterior. Y el también disfruta del espectáculo.
Fue una grata velada en Vuestra Merced disfrutando de tres performances que actuaron como un canal de indagación sobre diversas prácticas y supuestos que conforman una superstición doméstica que susurra a nuestros oídos una melodía complaciente que el arte tiene el valor de sacudir para dejarnos desnudos ante la realidad. Se agradece tanta sinceridad. A la salida Yamandú Rodríguez, otro de los gestores de Vuestra Merced, se mostró satisfecho por el trabajo realizado y también adelantó que esto recién empieza.