«Aquello que se puede repetir, ya sea porque dependa de nuestra acción o porque se repita en la naturaleza,termina siendo objetivo. Porque todo aquel que quiera, cuando quiera,puede verlo» Nahuel Agüero
Dos llamas se balancean en una danza frenética mientras un fulgor azul flamea desde un montículo blanco.Una sustancia oscura desciende hasta el fondo de un recipiente al tiempo que el aire adquiere un cuerpo físico en una forma flexible y transparente. Un metal fractura el agua en un espiral sólido, algunas partículas negras quedan suspendidas en el interior de un líquido. Toda esta narrativa podría describir parte de un ensayo científico en un laboratorio, pero no es así, en realidad nos estamos refiriendo a una serie de fenómenos y objetos observables que forman parte de la acción artística desarrollada por Nahuel Agüero en La Torre de Villa Victoria.
Objetos y Fenómenos Observables, que es el título de la muestra, se compone básicamente de una mesa sobre la cual se disponen objetos comunes como fuentes de metal y frascos de vidrio junto con algunos elementos como azúcar, alcohol, grasa, pegamento y agua que son intervenidos por el artista en diferentes acciones de alteración de su forma para desplegar un efecto visual, sensitivo y de trasmutación material sobre el ambiente que rodea la obra. Estamos en presencia de un auténtico laboratorio de experimentación sensorial, que se nutre de diferentes expresiones como variaciones cromáticas y experiencias sonoras producto de los efectos físico-químicos que operan en los compuestos que son intervenidos.
En un sentido, Objetos y Elementos Observables es una exploración sobre la percepción de diferentes procesos efímeros de transformación que operan sobre la materia, pero también tiene varias lecturas adicionales, por un lado la búsqueda de un patrón de belleza universal que habita en las manifestaciones de la naturaleza, por otro parte otorga un soporte poético a reacciones físicas que desencadenan un mecanismo expresivo de gran magnitud con diferentes texturas y colores. Nahuel Agüero también deja en claro que su intervención es intencionalmente objetiva, aquellos fenómenos que se presencian se podrían volver a observar una y otra vez con cualquier acción del hombre con los mismos elementos. En este sentido el aspecto temporal de la obra, que por supuesto es efímera, cumple una relación no especialmente vinculada con la singularidad, más bien con la idea de continuidad, de proceso permanente, de búsqueda expansiva hacía los fenómenos de la misma naturaleza.
Hay también presente una carga ritual en la intervención, una característica que se hace visible en la manipulación de sustancias, con movimientos y ritmos particulares del artista. Incluso los componente parecen representar los cuatro elementos primordiales del pensamiento esotérico en la antigüedad: la tierra, el agua, el aire y el fuego. Indudablemente podemos pensar en el trabajo de Nahuel como un proceso alquímico de trasmutación de la materia, un nacimiento de nuevas formas a partir de una liberación de energías, algo que también sintetiza el trabajo que emprende un artista al tomar posesión de un material (físico o abstracto) y con su acción transformarlo en una obra de arte.
La sensación que persiste al abandonar el espacio donde se desencadenó el proceso de la acción es la del contacto con una experiencia íntima y sumamente vibrante en donde un conjunto de formas abrazadas por procesos de fusión, fricción y cambios químicos dieron origen a episodios efímeros repletos de una belleza sensitiva.
Objetos y fenómenos observables de Nahuel Agüero
Créditos Fotográficos: Gastón Alejandro Delego, Estefanía Mateo y Carla García Rebecchi
Registro en video a cargo de Carla García Rebecchi
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