Nahuel Santiago: el artista visual que llevó sus telas a los muros de Mar del Plata

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Nahuel Santiago abre la puerta de su taller y nos invita a pasar, enseguida descubrimos que se encuentra acompañado de su perra Juanita quien también nos da la bienvenida. Sobre las paredes del estudio descansan obras de sus alumnos y algunos trabajos suyos «Los estoy preparando para dos amigos» dice. El lugar trasmite una calma intensa, es un oxímoron lo sé, pero no dejo se sentir esa sensación de tranquilidad pero con mucha energía en cada rincón ¿Preparo unos mates? consulta Nahuel. Listo, está el escenario preparado para una intensa charla con un artista que siempre está arriesgando, enfrentando nuevos desafíos, no se guarda nada, entrega todo a la pintura y también por supuesto espera todo de ella.

Nahuel estudió profesorado de dibujo y pintura en el EMBA de Quilmes y según sus palabras cuando contempló una muestra de Pablo Siquier en el Malba sintió un enorme deseo de comenzar a pintar obra profesional. «Me compré un bastidor con la intención de explorar algunas ideas que tenía; hacía anotaciones, probaba con tinta china, con carbonilla, con un sello. En este bastidor están todos los bocetos de la primera serie que realicé» Con el tiempo y luego de varios procesos, fue experimentando con ensayos que finalizaron con un cuadro de 1,50 por 1,20. «Esa fue mi primera obra profesional que pinté en mi vida» dice Nahuel rememorando aquel momento.

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Y luego ¿qué pasó?

Por el 2005 me presento en un concurso en una galería de arte que había en Quilmes. Entre los jurados estaba Agatello. Me acuerdo que fui a último momento y dejé una obra que consistía en cinco bastidores con una foto que mostraba la composición. Nunca pensé que ganaría nada, sin embargo obtuve una mención. Fui con mi viejo para hacer el montaje, no tenía mucha idea como colgar la obra…»El mes que viene me gustaría que hagas una muestra individual» me dijo la directora de la galería, pero no tenía cuadros para mostrar…(risas) Me dieron seis meses para montar una muestra. A partir de ahí hice varias obras y finalmente cuando terminé la galería cerró…

Que frustración…

Igualmente me sirvió como motivación para empezar a trabajar en mis pinturas, así de alguna manera nació una primera etapa.

Después pasaste por el taller de Fabián Burgos…

Si, en uno de mis viajes a Mar del Plata conozco a Leopoldo Estol y me recomienda hacer análisis de obra con Fabián Burgos y eso me cambió todo. Todavía recuerdo el día que llevé mis trabajos a su estudio para que los viera. El taller era enorme ahí tenía como cinco cuadros que los estaba pintando a la vez con dos asistentes que colaboraban. Miró las obras que llevé y me dijo si me sentía fuerte para las clínicas porque son intensas. Le dije que si.
Asistí durante 2 años (2007-08) a las clínicas grupales de análisis de obra, eso fue crucial para mi, ver de la forma más íntima a un artista trabajar, me llevo a pensar “ yo quiero hacer eso”, esa fue la primera vez que pensé en tomar ese camino y por suerte del otro lado me encontré con una persona que supo brindarme lo que necesitaba en ese momento, fueron años muy formativos y que los atesoro como el lugar donde nació algo. Cuando dejé las clínicas Burgos me dijo «bueno ahora andá y pintá desde donde no sabés» Fue un momento bisagra para mi, rompí con mi novia que llevaba cuatro años, alquilé un taller, me compré telas enormes, puse una frente a otra sobre una pared sin saber que hacer. Y ahí empecé a pintar con acrílico, pastel, óleo y aerosol. Empezaron a salir unas líneas que me gustaron y así de a poco nació mi obra actual.

¿Pensaste alguna vez por qué decidiste convertirte en un artista visual? ¿Qué te llevó a dedicarte a pintar? ¿Por qué no hacer otra cosa?

Gran parte de esa decisión se gesto en el taller de Fabián Burgos. Si pienso en un sentido mas amplio, lo que se me viene a la mente es que es un camino largo, por momentos azaroso y por otros muy buscado. Las artes me gustan todas, pero con la pintura tengo como una relación intima, me gustan los aromas de los materiales, las texturas de los soportes y las herramientas y siempre lo sentí natural.

Hice otras cosas, trabaje de otras cosas, estudie otras cosas y no era para nada feliz, eran momentos feos, muy vacíos y en contraposición cada vez que pintaba la pasaba mejor, así que sentí que era mas agradable quedarme con ese sentimiento y el arte fue ocupando cada vez más tiempo en mi vida. No fue una decisión fácil, ni simple, pero cuando abrazás de lleno algo que amás, no tenés retorno, es como enamorarte, en lo único que pensás es en todo el tiempo que estuviste sin esa persona a tu lado…bueno, con el tiempo que no lo dedique cien por ciento al arte me da la sensación de haber estado desconectado o dormido.

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En tus pinturas parece predominar el minimalismo, lo serial, la abstracción concreta, pero también se ve una energía propia del expresionismo abstracto ¿cómo definirías tu estilo?

Todo eso que nombrás son puntos de partida en mi obra, son cosas que estudie y lugares adonde recurro siempre. Pero la verdad es que cada vez hago mas foco en la parte gestual, en poner de manifiesto el gesto, que se revele donde presioné más el pastel o donde pinté con los dedos, no es algo planeado, es algo que fue ocurriendo con las obras. Con el tiempo me di cuenta que me gusta partir de una geometría y romperla, como una geometría oculta.

Contanos que pasa por tu cabeza cuando estás trabajando en una obra ¿Qué se siente en ese momento de creación?

El año pasado comencé a practicar yoga y la sensación que experimento al pintar es bastante similar a la de la meditación, es un momento donde el mundo se reduce a la obra que estas haciendo, donde dialogás sin palabras con lo plasmado, es algo muy íntimo y personal. Es un momento donde se encuentran lo planeado, la idea con el azar, por mi parte estoy trabajando para que ese azar cada vez ocupe más espacio.

Viniste de Quilmes para radicarte en Mar del Plata, un proceso inverso al de muchos artistas que generalmente buscan trasladarse a Buenos Aires donde está concentrado un circuito artístico más consolidado y con más oportunidades que el del interior ¿Cuáles fueron los motivos para tomar esa decisión y qué encontraste en Mar del Plata cuando llegaste?

Esa fue una decisión que tiene varias puntas, principalmente mi mujer (en ese momento novia) Carla, es de Mar del Plata, entonces después de un año de relación a distancia, en el 2012 terminé con esos kilómetros para poder verla y me radiqué en la ciudad.

Pero mas allá de eso, yo necesitaba un cambio en mi vida, hacia 3 años que tenía mi taller en San Telmo, y si bien es verdad lo que vos decís de las oportunidades para mostrar, vender y relacionarte, el ritmo de la “gran ciudad” me había cansado, me sirvió en un momento para que mi obra llegara a cierto nivel de exposición, eso me llevó a mis primeras ventas y todo eso estuvo bien, pero a decir verdad, todo eso nada tiene que ver con el arte o la obra, eso es comercio y eso de ir de inauguración en inauguración para figurar, entablar relaciones y eso, es un bajón, no me gustó, me aburrió, me mostró la peor cara del arte y por ende mi obra y mis días me pedían un cambio de aire.

Por otra parte la ciudad no me era ajena, mis padres tienen una casa en la zona del Alfar y desde que tengo uso de razón siempre pasé mis veranos en las playas del sur. Y si bien yo deseaba irme de Buenos Aires por todo lo que te dije, mas cuestiones de otras índoles, lo que encontré en mardel apenas llegue fue una introspección terrible, el primer invierno me caló hondo y me dediqué a caminar mucho y conocer la verdadera ciudad, no la de los eneros lleno de turistas en las playas y zonas comerciales. Todo eso fue muy revelador y poco a poco fui encontrando mi lugar, encontrándome, conociendo gente nueva y sintiéndome cada vez mas a gusto. Mi mujer fue un apoyo fundamental en esta elección, ella me decía ¿Acaso no sos pintor?… por qué entonces no te dedicás a eso? Mi llegada a Mar del Plata fue como volver a nacer dejé el trabajo en Buenos Aires y me instalé acá para dedicarme completamente al arte. Yo tengo una teoría al respecto, la mente te domina hasta que el alma se cansa, y cuando se cansa al alma no le importa nada.

Y un día decidiste dejar tu taller para llevar tus pinturas al exterior con intervenciones sobre fachadas de comercios y espacios urbanos, una acción que puede considerarse algo novedoso en la ciudad porque no guarda relación con el street art, el grafiti o el muralismo ¿Cómo surgió ese proceso expresivo y como es su dinámica?

Me di cuente que cuando pintaba con pastel al óleo con las telas lo hacía sobre la pared, pero no se me ocurría en ese momento intervenir muros. Siempre tuve la fantasía de pintar sobre la calle, estaba fascinado con Basquiat y me parecía maravilloso! Como te contaba antes, cuando llegué a mardel empecé a sentir una ansiedad terrible y salía a caminar para conocer la ciudad, caminé tanto que vi cuánto espacio libre había para poder pintar.
Después abrí mi primer taller en BUA, me encantó la experiencia pero el lugar me empezó a quedar chico por eso decidí alquilar un espacio más grande y dije: el próximo taller que tenga voy a pintarle la pared. Encontré un lugar en Corrientes y Paso y le pregunté al dueño si podía pintar la pared libremente, me dijo que sí y me puse a planificar el trabajo. Me llevó un mes armar todo, pero me gustó el resultado era interesante ver un tipo de pintura artística en el exterior que era diferente a lo habitual como los murales o los grafitis. Me dieron ganas de seguir pintando así, después encontré una casa con una pared que me gustó intervenir, hablé con el dueño y le propuse pintarla gratis, pero me sacaron cagando (risas).

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Un día pasó un tipo por la puerta de mi taller y vio el trabajo sobre la pared, él tenía un almacén y quería pintar algo así en la fachada de su negocio. Así empecé con la primera intervención. El dueño era un copado, me dio toda la libertad para el diseño, igualmente le presenté un boceto y comencé a trabajar. Después se sumó una inmobiliaria que estaba justo enfrente del almacén. Ahí me pidieron un estilo más sobrio en cuanto a los colores. Fue un proceso interesante porque los dos trabajos estaban en veredas opuestas y creaban una especie de contrapunto.
Empecé a ver las intervenciones como una extensión de la obra de mi taller, tenían mucha fuerza. De a poco me interesó más un concepto de arquitectura en mi obra, me pongo a pintar en lugares que no se ven, detrás de un backligth por ejemplo, siento que la pintura se expande, se apropia de todo el lugar.
Justo en ese momento aparece la convocatoria para la Beca del Fondo Nacional de las Artes y me presento con mi trabajo de intervenciones y por suerte quedé seleccionado.

Después de esos dos trabajos continuaste con más intervenciones…

Si, después de esos dos lugares hice un trabajo en un almacén que está en La Rioja y Gascón y hace poco tiempo intervine una casa en Coronel Vidal, en esta última tuve que trabajar encima de unos andamios en altura y me encontré con mármol, no sabía si intervenirlos o dejarlos así. Cada proyecto me enfrenta a nuevos desafíos

¿Cuál era la reacción de la gente cuando veía tu trabajo?¿Te llegaron comentarios por parte de grafiteros o artistas callejeros?

Cuando pinté esas dos intervenciones enfrentadas, la gente opinaba y tomaba partido por uno o por otro. Era algo interesante. Muchos me decía no entiendo lo que hacés, porque pintás así, pero me encanta.
Algunos no podían entender que esté pintado a mano, si vos los mirás te das cuenta que es una pincelada, pero ahí tomé conciencia que muchos no entienden el esfuerzo que significa el arte. Generalmente las personas se encuentran con un grafiti o una obra urbana por ejemplo de Proyecto Fauna y no ven al artista, pero en este caso me miraban todos los días trabajando con un pincel sobre la pared, varios pensaban que usaba una plantilla. Recuerdo que un tipo me observaba desde un auto, veo que estaciona, se baja y me dice que no podía creer que era pintura que pensaba que se trataba de un empapelado.
No me llegaron comentarios de los grafiteros sobre mi obra, mi estilo es diferente, pero por supuesto que respeto muchísimo sus trabajos, yo recién empiezo a pintar en la calle por lo tanto a veces siento que tengo mucho para aprender.

Nunca pensaste que tal vez las personas que ven tus trabajos en la calle de pronto se pueden encontrar con un cuadro tuyo en una galería…

Me pasó eso, fue muy raro, casi te diré que me dio mucha impresión. No pude ir a la inauguración de la muestra de MOTP que tenía trabajos míos, así que solo unos días después. Recuerdo que estaba recorriendo el lugar y cuando llegué  a uno de mis cuadros aparecen al lada mío dos chicas con un nene, les presté atención porque el nene decía mirá parece el espacio exterior y esos comentarios me encantan, pero de pronto una de las chicas le dice a la otra señalando mi cuadro «ese es del chico que pintó en la pared de un negocio por Santiago del Estero y… » En Santiago del Estero y San Lorenzo confirmo,  claro me dice ¿sos vos el que pinta? le digo que si y le pregunto si fue fácil reconocerlo…lo saqué de una me dice…

Seguramente fue muy fuerte esa experiencia.

Igual debo admitir que tal vez de forma inconsciente persigo eso. Los artistas que yo admiro como Pollock, Rothko tienen un gesto, hay algo de eso que me interesa, un gesto que haga reconocible mis trabajos. Entiendo que también es un arma de doble filo…

Referido a eso te pregunto ¿hay una especie de peligro en tu obra de caer en una dinámica decorativa o un agotamiento repetitivo? ¿Pensás en esta posibilidad, es un desafío más?

En el taller de la Beca del Fondo Nacional de las Artes hablé sobre ese miedo que sentía de percibir mis cuadros como algo decorativo. Nico Robbio (uno de los artistas tutores) me dijo que todos los cuadros son decorativos, el tema está para quién, si lo que pintás en la calle a una persona le parece decorativo no importa, lo importante es el proceso que hay detrás. Si después encontrás que tus rayitas están en un producto no es tu problema, la gente compra tu obra porque se emociona o porque le hace juego con los sillones, eso ya no depende del artista. Aquello que nunca haría es aceptar pintar algo que no tenga nada que ver con mi estilo. Rechacé varias de esas propuestas.

Imaginemos que mañana te contratan para realizar intervenciones en varios espacios en forma simultánea sin que puedas estar presente al mismo tiempo ¿Se te ocurrió que podrías delegar la acción directa de la obra? 

En todas las intervenciones trabajé solo o con la ayuda de Carla, mi mujer. Una vez vino a colaborar una chica que era alumna del taller, le decía dónde tenía que pintar y después de ver las pinceladas me di cuenta que no eran las mías, pero de alguna manera estaba mi rastro ahí. Sol Lewitt, por ejemplo, no estaba presente en muchas de sus obras, en los wallpainting que presentó en el PROA entregó los bocetos y un grupo de artista recrean el trabajo, yo no se si podría hacer algo así. Me encanta pintar, involucrarme con la obra. Pensé en hacer intervenciones grandes que pudiera terminarla el mismo día con mucha gente que podría coordinar, pero el proceso de secado y otras cuestiones hacen difícil esa tarea.

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Estás a cargo de un taller de arte que este año hizo su primera exposición en Yoshimi ¿Qué podés contarnos de esa experiencia como docente? ¿Qué buscás trasmitir en tus clases?

Fue muy interesante. Mucha de la gente que suele venir a mi Taller ya viene con una idea en la cabeza y acá la producen, yo no voy a dar un taller de dibujos con técnicas ni trato de decirles que tienen que pintar. La mayoría de los alumnos son personas que no están relacionadas con el mundo del arte, hay un cruzamiento de intereses y de diversidad de profesiones que enriquecen la experiencia.

El 2015 fue un año muy intenso con tus intervenciones urbanas, la beca del Fondo Nacional de las Artes, el inicio de tu taller en un espacio propio y la participación en la primera muestra de la vuelta de la Galería MOTP  ¿Qué conclusiones sacás de todo lo vivido ?

Hace muchos años dije, me gustaría vivir haciendo cosas que tengan que ver con el arte desde el mismo momento en que me levanto, creo que este año pude conseguir algo de eso.

Las palabras van y vienen envolviendo el taller con un barniz que impregna recuerdos, anécdotas, conceptos sobre arte, referencias a diferentes artistas. Queda un poco más de tiempo para seguir conversando mientras el cielo desconecta tímidamente sus luces. Nahuel confiesa «mi relación con el arte es muy intensa, por un lado nunca me la termino de creer, me pasan cosas lindas, pero siempre desconfío, cuando termino un cuadro  digo no le va a gustar a nadie» «Los resultados son buenos, pero siento mucha presión al pintar «Nicolás Robbio me dijo loco pintá 40 cuadros y rompé 20″»Me cuesta parar, pintó y creo que nunca está terminado, es un mambo mío, lo sé» «Pintar es un momento íntimo, necesito estar solo» «Me encanta la música, especialmente los Redondos o Sumo, recuerdo cuando fui a ver un recital de los Redondos me largué a llorar porque su música me llega muy adentro».

Se termina la charla, sacamos algunas fotos y al despedirme veo a un hombre muy feliz por el camino que arriesgó seguir, por supuesto que existen algunas tormentas, porque como diría Truman Capote, cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo. Pero Nahuel no usa el látigo contra sí mismo, sino para conquistar nuevos mundos en su compleja búsqueda artística. Para él la vida misma es una obra de arte.

Créditos Fotográficos: Natalia Müller
Para conocer más de la obra de Nahuel Santiago: https://www.flickr.com/photos/santiago_arte/

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