Están ambos quizá presentes en el tiempo futuro,
Y el tiempo futuro contenido en el tiempo pasado.
Si todo tiempo es eternamente presente
Todo tiempo es irredimible.»
(T.S. Eliot)
Luego de varios años sin realizar muestras individuales, Daniel «el Vasco» Besoytaorube presenta su última producción denominada «La noche es suficiente» en el Museo MAR de Arte Contemporáneo de Mar del Plata. Se trata cuatro telas de enormes proporciones creadas específicamente para la sala donde están expuestas. La primera impresión que causan al contemplarlas es un sentimiento de profundo misterio. Estamos como abrumados por su presencia, son poderosas, cautivadoras, por momentos extremadamente desmesuradas. Crean una atmósfera densa, como una niebla sugestiva que desata una perturbadora sensación de estar en medio de un estallido de formas, colores y tramas que empiezan a susurrar un mensaje inquietante. Lentamente, a medida que empezamos a sintonizar con ese universo enigmático que es la obra de Besoytaorube, una melodía empieza a traer una cierta incomodidad, porque esas telas son sinónimo de tragedias, representan una reflexión acerca de la muerte y la fragilidad del ser humano. El naufragio de un barco pesquero con toda su tripulación, una serie de filósofos que culminaron sus días de forma traumática, un diseñadora y una escritora que se suicidaron vencidas por sus demonios internos, un músico que llegó a la cumbre de su realización creativa con la angustia del fin de su vida acechando a su cuerpo.
Besoytaorube implanta para esta muestra un auténtico mecanismo transmedial, empleando diversos recursos visuales, narrativos y conceptuales a su disposición. Desde el continuo uso de referencias artísticas a otros autores provenientes de la música, el teatro, la literatura o el diseño hasta las asociaciones con las problemáticas locales por las cuales se muestra interesado, pasando por la utilización del lenguaje escrito y el uso de una secuencia de colores sobre los cuales ejerce variaciones en todas las telas. Sus composiciones se muestran anidadas, en donde un concepto o una idea parecen encastrar en otra, son rizomáticas y desconstructivas.
Las telas debido a su enormes tamaños fueron pintadas enteramente al aire libre con acrílico durante varios días. Ese proceso ejerce un efecto sobre el color y las texturas imprimiendo la acción del exterior como los cambios de temperatura o la exposición a la humedad. El patrón de colores de todos los trabajos sigue una estructura principal que está basada en los modelos de la diseñadora Kate Spade, un azul, un gris y un negro que Besoytaorube transforma en tonos apagados y desaturados, superponiendo diversos niveles de pintura, chorreaduras y transparencias para construir texturas que por momentos nos recuerdan la superficie del mar.
Una de las características atractivas de esta muestra es la intertextualidad y la apelación constante de la cita a diferentes expresiones artísticas, convirtiendo la narrativa en una experiencia expandida. En la pieza 4.48 tenemos una enorme tela de barco desgastada intervenida con tres franjas de colores derivados de los diseños de Kate Spade. Por otro lado el nombre de la obra de Besoytaorube vincula con la escritora inglesa Sarah Kane quien escribió un monólogo de teatro titulado Psicosis 4:48. Las dos artistas se suicidaron con elementos de su propia obra, Kate Spade se ahorcó con una bufanda de su propio diseño y Sarah Kane luego de terminar de escribir su texto teatral decidió quitarse la vida. Pero Besoytaorube añade una nueva capa que envuelve toda esta construcción presentando su interés real, que pasa por hacer visible el aumento de casos de suicidio en la ciudad de Mar del Plata dispersos en las crónicas de los diarios que el mismo artista registra por su cuenta.
En otros de los trabajos se hace mención al cuarteto de cuerdas Nro. 14 Opus 131 Attaca de Beethoven, pero lo referencia indirectamente a través de un extracto de un verso de los poemas «Los Cuatro Cuartetos» del escritor Eliot. Una vez más una caja encerrada dentro de otra caja. La composición que logra Daniel Besoytaorube es muy bella y eléctrica, las letras parecen flotar como separada de la superficie de la tela, mientras la pintura explota en llamas de colores a su alrededor.
Beethoven terminó el cuarteto opus 131 unos días antes de su muerte, sabía que estaba realizando uno de sus mejores trabajos pero también que el final de su vida se encontraba cerca, su ejecución es sumamente difícil por eso el Attaca que significa interpretarlo durante 40 minutos sin pausas.
Los restantes dos trabajos parecen conformar una unidad que podríamos enlazar con la fragilidad de la vida humana, la precariedad en la cual transitamos a diario sin darnos cuenta. En uno de los trabajos vemos los nombres de una secuencia de filósofos que enfrentaron un destino trágico, desde un accidente automovilístico hasta una fatalidad doméstica. Esta lista parece presentarnos un nuevo nivel de lectura, casi como una ironía desoladora mostrando a la filosofía como una herramienta ineficaz para buscar respuestas existenciales ante el desconcierto de la muerte que se burló con desprecio de hombres de una inteligencia superlativa.
La otra tela que también podríamos encuadrarla dentro de este ciclo y tiene un título que alude directamente a un hecho conocido en la ciudad, como es el naufragio del barco pesquero «El Repunte» que significó la muerte de diez personas. Esa tela además del nombre de la embarcación contiene una tabla de mareas con números grabados en la superficie, es una mención recurrente en las obras de Besoytaorube, y esto proviene de un empleo anterior que tuvo el artista donde debía estar pendiente de los cambios de las mareas. Esta composición es más austera y esquemática, con grandes bloques de colores superpuestos con predominancia de ocres y grises. Unas líneas gruesas atraviesan los bloques cruzando horizontalmente la tela. Con unos minutos de observación se va sintiendo una especie de desolación, una aridez que recuerda que el tiempo todavía no cerró algunas heridas.
«La noche es suficiente» es una muestra que interpela al espectador, que representa una reflexión acerca de la muerte misma, uno de los temas más esquivos, incómodos y desorientadores para la humanidad. Pero también permie hacer presente problemáticas locales de la ciudad de Mar del Plata y a la vez generar un ensayo poderoso para analizar y revalorizar al arte contemporáneo como herramienta de experimentación y de indagación sobre la realidad. Se trata de una obra que no es indiferente a nadie, que obliga a poner nuestros pensamientos en acción, en ampliarla, profundizarla. Significa también un pequeño esfuerzo, nos pone en movimiento, pero el recorrido vale la pena, permite coronar un paisaje espléndido que culmina en una obra de una belleza desgarradora tanto estética como formal, un latigazo en el cuerpo para despertarnos de la siesta de tranquilidad por la cual transitamos a diario. Celebramos el regreso del «Vasco» Besoytaorube, un artista visual que tiene mucho que decir y del cual aprendemos tanto en cada uno de sus apariciones.