Después de contemplar las obras de Pablo Hansen en su muestra «Dos Veranos» queda la sensación de estar frente a un artista que parece componer la estructura de sus trabajos como una melodía de Jazz, una base geométrica de una estructura formal y unos elementos armónicos, recortes de papeles con diferentes texturas, que funcionan como improvisaciones alrededor del tema central. Los múltiples detalles observables, pasando por los materiales, los tonos y las formas, crean un fenómeno de alteración de las coordenadas espaciales y de la percepción, en donde es posible identificar movimientos, alteraciones, ilusiones y rupturas en los distintos entramados que conforman las composiciones.
Algunos de los trabajos están conformados por pequeños paneles cubiertos con cientos de recortes de papeles superpuestos entre si, con distintas dimensiones, espesores y diseños que se van repitiendo a lo largo de todos los trabajos siguiendo un patrón compositivo, los mismos elementos pero con variaciones distintas, esa especie de improvisación jazziada de la cual hablábamos anteriormente. También se evidencia un juego con la textualidad, frases impresas provenientes de paquetes de Yerba recortados en trozos pequeños, mezclados al azar, combinados a modo de contrapunto con la simetría cromática del resto de los materiales.
En otras ocasiones los papeles siguen un trazado de líneas y diagonales entrecruzados que a la distancia recrean una alteración óptica que establecen relaciones de movimiento entre las tramas. Por momentos quedamos atrapados en una lógica de inestabilidad, un viaje alucinatorio por formas que ejercen una alteración en la obra, los papeles parecen ir zigzagueando hasta modificar su posición.
Hansen utiliza en algunos cuadros placas de fibrofácil perforadas que producen una separación de planos en el espacio interior de la obra, parecen estar en un estado de flotación, son como aberturas que van desnudando algunas zonas de los trabajos, cortinas de una geometría cruda que revela el escenario profundo de la obra.
Como una brisa suave que devuelve la sensación de un tiempo más cálido, la muestra de Hansen nos permite un tránsito por una agradable terreno visual que abona una geometría encargada de explorar un espacio construido a partir de pequeños fragmentos, con una extrema precisión en la composición y con un ritmo que se hace irresistible a nuestros sentidos. El verano siempre es para disfrutarlo y si es con arte mucho mejor.
Pablo Hansen «Dos Veranos»
Galería Casa de Madera Rawson 2250
Fotografías: Natalia Müller