Desde sus comienzos la fotografía se caracterizó por representar un registro exacto de la realidad, como un espejo de la memoria que pudiera atrapar un momento exacto de la existencia. Sin embargo con el correr del tiempo comenzó a ponerse en duda su valor de copia fiel del mundo físico. Ahí comenzaron los juegos acerca del engaño, de la posibilidad de mostrar una estado adulterado del presente. Susan Sontag decía que la fotografía no se limita a reproducir lo real, sino que lo recicla. Por eso los cuestionamientos sobre la auténtica naturaleza de la representación real de las imágenes llevó a un período de experimentación en torno a la fotografía en la búsqueda de nuevos recursos expresivos.
Dentro de estas nuevas miradas contemporáneas de la fotografía podemos situar la muestra Bosque de Claudio Lezcano, que puede verse en Galería Yoshimi. En su trabajo asistimos a una representación visual que escarba en estructuras abstractas a partir de una descomposición de las imágenes producida por diferentes métodos que en fotografía pueden considerarse materia de errores técnicos como las aberraciones cromáticas o los desenfoques por movimientos. Estos procedimientos que son utilizados con una intencionalidad expresiva potencian un auténtico salto a la no figuración, a la búsqueda de patrones lumínicos con diferentes tramas y formas que proponen develar un lado no material de la realidad visible.
¿Hasta que punto puede engañarnos la fotografía? se preguntaban varios teóricos al analizar el poder de este medio para reflejar el presente y una respuesta tentativa podría pasar por plantear un enfoque distinto, porque en realidad tal vez el engaño sea solo una cuestión de perspectiva doméstica a la cual estamos sometidos, por lo tanto ¿Qué tan exacta es nuestra percepción de la realidad? Aquí es donde Claudio Lezcano exhibe su destreza para presentar una dimensión poco perceptible para el ojo humano y en esa producción por caminos lumínicos ausentes de formas tangibles traza un paralelo con la abstracción pictórica, por lo tanto al ver sus trabajos podemos tener la sensación de ver un cuadro de un artista plástico. Este aspecto es interesante porque acerca un efecto nuevo al terreno de la representación fotográfica que la emancipa de sus ataduras con la exclusiva mímesis del mundo figurativo.
El título de la muestra es otro artificio, alude a un bosque y nos encontramos con trabajos que tienen una intensa gama de tonos verdes, pero por supuesto no existe la forma bosque, sino el concepto que puede ingresar en nuestra cabeza por asociación con el tono cromático. Anteriormente hablamos del engaño visual de la fotografía y en el mismo está presente en la muestra, pero es en realidad un enfoque perceptivo, por ejemplo en una de las obras vemos un puntos negros sobre un fondo blanco, pero al acercarnos vemos un halo de colores verdes que sobresalen de los puntos oscuros, indudablemente la aberración óptica nos juega una mala pasada.
Las fotografías tienen una cadencia especial, una especie de melodía física que logra envolvernos con ese ritmo serial de formas geométricas, por momentos las imágenes logran transparentarse para fusionarse en un carrusel infinito de una enorme belleza poética.
Contemplando la muestra alguien podría preguntarse ¿Pero cuál es el objeto fotografiado? Aquí la identidad física del registro no adquiere importancia, queda difuminado en sombras cromática, porque en definitiva la realidad no es más que una ilusión óptica. A Lezcano solo le interesa atrapar la luz, para cabalgar sobre ella y registrar una estructura visual que sacuda nuestro horizonte perceptivo.
Bosque de Claudio Lozano
Galería Yoshimi Catamarca Catamarca 1569 – Local 13
Lunes de 17 a 20 hs; y de Martes a Sábados de 11 a 20 hs
Registro Fotográfico: Natalia Müller