El pasado 12 de diciembre de 2015 tuvo lugar la cuarta Bienal del Fin del mundo con la participación de más de 150 artístas de 35 paises. La muestra curada por Massimo Scaringella bajo el lema «contraste y utopías» tuvo como país de honor a Italia.
Esta nueva edición de la Bienal tuvo varios cambios significativos, el primero de ellos es el traslado de la sede original en Ushuaia a tres ciudades como Mar del Plata en la provincia de Buenos Aires durante Enero – Febrero y luego a Vaparaiso y Punta Arenas en Chile durante Febrero – Marzo. Otra novedad destacada fue la aceptación de la Bienal del Fin del Mundo como miembro pleno de la International Biennal Asociaton, un reconocimiento importante que ayuda a consolidar a la Bienal dentro del circuito de muestras de arte. Y por último la incorporación en esta cuarta edición de un festival de música popular contemporánea
La Bienal del Fin del Mundo llegó a la ciudad de Mar del Plata de manera inesperada, no se conoció con demasiada anticipación su presencia y eso significó un verdadera pena porque jugó en contra de una preparación adecuada para crear un clima de mayor difusión. Sin embargo con el trascurso de los días fue cobrando protagonismos en diferentes medios y logró una aceptable participación por parte del público.
Tuve la oportunidad de recorrer en la ciudad de Mar del Plata algunas de las sedes de la Bienal y quedé gratamente satisfecho con aquello que pude contemplar. En esta entrada voy a compartir algunas impresiones sobre los trabajos que a mi criterio fueron lo más destacados. Dejo para una entrada posterior la sección de Arte Contemporáneo de Mar del Plata para poder desarrollar más en extenso ¿Me acompañan en esta recorrida?
En el espacio nave de la Plaza del Agua pude presenciar varios trabajos interesantes como la poética «La nube – Habitats» a cargo de la artista canadiense Ana Rewakovicz, una instalación/performance que conforma una estructura en forma de nube suspendida del techo a la cual están conectadas unas mangueras unidas a unas válvulas que permiten bombear agua hacia la nube. Para la ejecución de la obra se necesita que cuatro personas comiencen a bombear agua hacía la nube hasta que esta desciende y elimina la carga de agua en forma de lluvia, para volver a ascender hasta ubicarse en su estado original. Al principio cuesta bombear el agua, pero rápidamente la estructura comienza a descender y uno se queda maravillado esperando el momento de la descarga. Un hermoso trabajo.
Otra obra cautivadora fue «Nuestros de ellos y nosotros. extensiones… » de Cristian Vitale. Es una instalación / escultura conformada por 4000 dedos de mármol suspendidos del techo iluminados por una fuente de luz. Cabe mencionar que este proyecto fue realizada por el artista en la ciudad, utilizando para los moldes de su obra los dedos de diferentes personas que colaboraron con él. La representación de los dedos señalando hacía abajo parecen trasmitir una plena carga de energía, como si aquellas extensiones multiplicadas por centenares estuviera a punto de rozarnos.
Otra obra interesante fue la de Valentina Colella denominada «Esperando mi estrella de la suerte», una instalación que consiste en esferas que representan rocas geológicas de la ciudad de Introdacqua en Italia, donde la artista de chica imaginaba como estrellas de la suerte que habían caído a la tierra.
Sobre un suelo de arena se encuentran las esferas conformando círculos en forma de mandalas. Suspendidas del techo cuelgan figuras transparentes de colores que forman los sueños de la autora y sobre ellas una fuente de luces que proyectan reflejos de colores sobre la arena. Al costado del trabajo podemos escribir nuestro deseo para la estrella de la suerte. Un trabajo encantador, lleno de una atmósfera que transcurre por tierras de ensueño y de cuentos de hadas, pero también una reunión con aquello más esencial, nuestro deseo y anhelos de la infancia
Un trabajo que también me encantó fue el de «Marea Alta» de la artista cubana Mabel Poblet. Desde una cierta altura se proyecta un vídeo del Mar Caribe sobre un espejo roto en múltiples sectores, en el suelo se puede observar las imágenes completamente fragmentadas, al mismo tiempo el espectador puede verse en el espejo para ser parte de la obra. Una clara simbología al éxodo cubano y a la cantidad de víctimas que murieron en la travesía en busca de un espejismo que a veces se desvanece en una vana ilusión.
Finalmente destaco la obra del italiano Ivan Barlafante, una instalación lumínica y sonora que consiste en un barril plástico repleto de agua, en el fondo del mismo una fuente de luz crea una atmósfera onírica extraña, a la vez se emite un sonido que no es perceptible en el agua, una obra conceptual realmente de gran valor
En el Espacio Unzué fue interesante observar artistas brasileros como Jairo Valdati, cuyo trabajo «Somos hojas en el otoño» es una poética declaración ecológica contra los problemas de preservación botánica. Producto de una investigación documental sobre diferentes especies de árboles, cabe señalar que Jairo Valdati es Geólogo, dibuja formas de especies botánicas sobre papel utilizando semillas. En alguno de estos trabajos puede verse a escala la figura del hombre y la del árbol representado, una rápida comparación del tamaño que ocupamos en el orden de la naturaleza de algunas especies.
Otro trabajo interesante es el de Eduardo Félix Costa (CADU) con dibujos paisajistas generados por la acción del sol sobre papel vegetal. La obra realizada también en la ciudad consistió en la utilización de una lupa montada de manera fija sobre hojas de papel vegetal que fueron sometidas a la intervención directa del calor sobre el papel. La representación final muestra 24 papeles por día sometidos al mismo proceso durante 24 días. En este trabajo CADU utiliza a la naturaleza como la principal herramienta de trabajo, logrando unas figuras interesantes de carácter simbólico y conceptual.
Dentro de la sección Perspectivas italianas en el mismo espacio Unzue, también hubo dos fotógrafos que me parecieron interesantes, uno de ellos Teresa Emanuele quien trabaja con fotografías enormes en blanco y negro impresas en superficies transparentes como vidrio logrando un efecto tridimensional.
También me gustó el trabajo de Marco Zanin quien mezcla la naturaleza con construcciones del hombre abandonadas en lugares solitarias como por ejemplo catedrales rurales. Una imagen sensible del enfrentamiento que generó el desarrollo industrial en la naturaleza de la llanura de Padua.
La obra del artista español Juan Delgado denominada «The ringing forest» fue una de mis favoritas, una instalación que integra todos los sentidos. En una habitación observamos un video sobre un bosque, pero alrrededor tenemos una instalación sonora y sensitiva que nos envuelve, el suelo está cubierto de hojas, el aire impregnado con el aroma a madera y a nuestros oidos llegan los sonidos del movimiento de las hojas generadas por el viento. Delgado trabaja con el concepto de Green Noise que es la unión del sonido externo del bosque y el sonido interno de nuestro cuerpo.
Otras de las obras impactantes fue «Enterrado en vida» del colombiano Rafael Gomezbarros, una intervención con cubos de cartón cubiertos con cemento sobre 20 árboles de la Casa del Puente. El trabajo es un eco a la violencia que sufrió Colombia producto del enfrentamiento derivados del narcotráfico y la guerrilla. Los árboles encerrados en cubos aluden a los individuos privados de su libertad por los secuestros. En las vertientes donde los cubos aprisiona al árbol brota salvia que busca escapar del encierro.
La Bienal significó la confirmación de Mar del Plata como un circuito consolidado dentro del escenario del arte contemporáneo en Argentina, posición que sumada a la inauguración del Museo MAR hace un año, genera buenas expectativas para todos aquellos artistas, gestores culturales y público en general. Recordemos que Mar del Plata tuvo algunos antecedentes de proyectos dedicados al arte contemporáneo en otros años, como la Semana de Arte Contemporáneo (SAC) desde 2009 a 2011.
Un punto para destacar fue el excelente trabajo de los guías que colaboraron en los distintos espacios expositivos. Aportaban información muy interesante, generaban un acercamiento hacía el público que venía a contemplar las obras y siempre estaban disponibles para aclarar dudas o entregar algún dato de interés. A nivel comunicación las piezas informativas impresas fueron buenos, como la folletería y el catálogo con las obras. A nivel comunicación digital la Bienal contó con una página en Facebook y un sitio oficial con abundante información. Tal vez faltó un blog para generar un espacio de expresión más dinámico. También hubiese sido interesante contar con más contenidos audiovisuales con entrevistas a los artistas y recorridos por los espacios de exposición.
Algunos de los aspectos negativos fueron la falta de promoción previa del evento, la ausencia de cartelería en las distintas sedes, el traslado de algunas obras de un sitio a otro y la ausencia de escenarios claves como el mismo museo MAR que figuraba como una sede de la Bienal y luego al concurrir al sitio descubríamos que no existía ninguna obra. En líneas generales creo que faltó un poco más de impulso desde el Estado para apoyar la Bienal, que también contribuye a promocionar el turismo cultural.
Esperemos que dentro de dos años la Bienal vuelva a elegir Mar del Plata, existen algunas dudas sobre esa posibilidad por divergencias entre los organizadores. La ciudad es una buena plaza para cualquier evento cultural, sin dudas consolidó su espacio como escenario destacado dentro del arte contemporáneo, y esta experiencia puede servir de aprendizaje para mejorar algunos aspectos organizativos y de mayor compromiso de parte del Estado y de los sectores privados.